Este no es un blog de ninguna plataforma por la enseñanza pública ni de ningún colectivo movilizado en su defensa, sino una iniciativa personal para reunir información sobre la situación que la enseñanza pública tiene en España y en el mundo, y para reflexionar sobre su pasado, su presente y su futuro. Pienso que si le sirve a uno para acercarse, aunque solo sea mínimamente, a ambos objetivos, quizá otros puedan encontrar en este blog un espacio útil o al menos no completamente innecesario. Ha nacido al calor de las movilizaciones del curso 2011-2012, pero con voluntad de supervivencia. La misma que anima a la enseñanza pública.

domingo, 9 de diciembre de 2012

JORGE M. REVERTE: "EL BOMBERO TORERO"

Pero no olvidemos que el "bombero torero" es ahora un pirómano que está abrasando nuestra economía y nuestra vidas, y que sus indignos "enanitos"  están realizando una gigantesca tarea de destrucción de la que nada se libra.

EL PAÍS, 9-12-2012



Muchos lectores se acordarán del espectáculo que recorría los pueblos de España hasta no hace demasiado tiempo. En esencia consistía en que una decena de afectados por una enfermedad, el enanismo, se enfrentaban vestidos de toreros a vaquillas que les triplicaban en tamaño y peso. Pasaba allí, en la plaza muchas veces improvisada, de todo. Las vaquillas tiraban a los enanos por los aires y estos se vengaban haciéndoles todo tipo de canalladas. El público se partía de risa con los encuentros que —imagino llevarían a menudo al hospital a los diminutos toreros y al matadero a las maltrechas fieras.

El bombero torero, que era el jefe del espectáculo, tenía una estatura normal e iba armado de una manguera, que le servía para tirar a los enanos al suelo y para desviar la atención de los animales cuando procediera. O sea, que templaba y mandaba, como los toreros de verdad, aunque por otros procedimientos. El objetivo de la fiesta era, por supuesto, hacer que el público se desternillara. No había más. Se reían, en aquella España analfabeta y primaria, de los enanos y sus penalidades, aunque admiraban su valor, porque en los pueblos se sabía bien lo que significa ser empitonado por una vaquilla. Eran otros tiempos que ahora nos parecen de hace siglos.

Mariano Rajoy ha debido ser testigo alguna vez de aquel espectáculo. Tiene edad para ello. Y puede ser que quiera emular el espíritu del bombero, enviando a algunos de sus ministros para hacer de enanos provocadores.

Por ejemplo, el ministro del Interior, al que envía a provocar a la vaquilla catalana con unos informes policiales que no tienen autor. La vaquilla se enfada y embiste. Y el bombero Rajoy dice que no sabe nada. Se lo promete a Durán. Manguerazo y vaquilla que se para a mitad de carrera.

Por ejemplo, el ministro de Hacienda, que amaga con sacar unos miles de millones a los defraudadores y, como no le sale bien, se engancha oportunamente al enchironamiento de un chorizo disfrazado de empresario, y dice que el experimento ha valido la pena. O el de Justicia, Ruiz Gallardón, que fustiga a la vaquilla de los desposeídos poniendo unas tasas judiciales disparatadas que sirven para disuadir a cualquiera de, por ejemplo, denunciar a un tipo que les ha vendido acciones preferentes de Bankia aprovechándose de que no saben leer bien. Luego, para apaciguar algo las cosas, el gobierno del bombero dice que si la víctima lo es también del terrorismo o de malos tratos, no va a pagar. Otro manguerazo.

Y qué decir del ministro José Ignacio Wert. Qué gracioso con todas las cosas que se le ocurren por salvar a España, a su cine o a la lengua. No digamos a la religión católica, a la que defiende con un entusiasmo que no habría soñado el cardenal Rouco Varela. Wert puede conseguir, él solito, que Artur Mas se reponga del repaso de las urnas.

Y de Ana Mato, que dice que le parece muy positiva la indignación de los minusválidos a los que se deja sin atención porque eso demuestra que hay conciencia del problema. Los machacados tienen conciencia de su problema. Impresionante.

Venga de enanos dedicados a pinchar con punzones a las vaquillas. Lo que pasa es que Mariano Rajoy no tiene la misma gracia que el bombero torero, y sus enanos carecen de la dignidad de los de antes. El montaje que dirige no provoca la hilaridad del público, sino una irritación cada vez más extendida y profunda.

Mientras, Alemania ordena a Luis de Guindos lo que tiene que hacer con cada euro rescatador. El desempleo se desmanda, los cotizantes a la Seguridad Social disminuyen, y los pensionistas ven decrecer sus magras rentas en contra de los deseos expresados en el programa del PP.

La tarea del bombero torero se está complicando. Ni los más cerrados entre los paseantes de la calle de Goya de Madrid o entre los clientes del Samborn’s de Barcelona pueden maquear de gobierno.

El bombero torero tiene, como les gusta decir a todos los políticos ganadores, la legitimidad que le han dado las urnas. Pero su juego de bromitas y manguerazos ha llegado al final. Los enanos que ha sacado a la plaza están magullados, y las vaquillas embravecidas por tanto castigo.

Lo peor es que es un profesional, y va a intentar que el espectáculo dure hasta el final, hasta lo que estaba pactado con el respetable, que ya no se ríe nada, que le está cubriendo el ruedo no de almohadillas, porque no las hay, sino de sillas de tijera.

Esperemos que tarde mucho en sacar al ruedo al ministro de Defensa.

miércoles, 5 de diciembre de 2012

SE LES VE EL PLUMERO


 ¡Y CON ESTE PLUMERO VAN A BARRER TODO!


Preámbulo de la LOE (2006): 

 “Las sociedades actuales conceden gran importancia a la educación que reciben sus jóvenes, en la convicción de que de ella dependen tanto el bienestar individual como el colectivo. La educación es el medio más adecuado para construir su personalidad,desarrollar al máximo sus capacidades,conformar su propia identidad personal y configurar su comprensión de la realidad,integrando la dimensión cognoscitiva, la afectiva y la axiológica. Para la sociedad, la educación es el medio de transmitir y, al mismo tiempo, de renovar la cultura y el acervo de cono­cimientos y valores que la sustentan, de extraer las máxi­mas posibilidades de sus fuentes de riqueza, de fomentar la convivencia democrática y elrespeto a las diferencias individuales, de promover la solidaridad y evitar la discri­minación, con el objetivo fundamental de lograr la nece­saria cohesión social. Además, la educación es el medio más adecuado para garantizar el ejercicio de la ciudada­nía democrática, responsable, libre y crítica, que resulta indispensable para la constitución de sociedades avanza­das, dinámicas y justas. Por ese motivo, una buena edu­cación es la mayor riqueza y el principal recurso de un país y de sus ciudadanos.”

Primer párrafo del Anteproyecto de la LOMCE (2012) (Ley Wert): 

“La educación es el motor que promueve la competitividad de la economía y las cotas de prosperidad de un país; su nivel educativo determina su capacidad de competir con éxito en la arenainternacional y de afrontar los desafíos que se planteen en el futuro. Mejorar el nivel de los ciudadanos en el ámbito educativo supone abrirles las puertas a puestos de trabajo de alta cualificación, lo que representa una apuesta por el crecimiento económico y por conseguir ventajas competitivas en elmercado global.”





jueves, 18 de octubre de 2012

DAVID BOLLERO; "EL PRODUCTO WERT"


PÚBLICO, 18-10-2012



La Educación española vive hoy una jornada histórica con la primera huelga de padres y madres de alumnos. Padres y estudiantes que se unen al grito mayoritario de protesta de los profesores para combatir, no sólo los recortes salvajes que está llevando a cabo el Gobierno, sino también una reforma educativa que a todas luces deteriora la formación de nuestros jóvenes. Al frente de estas reformas, el ministro José Ignacio Wert, que se ha ganado a pulso que la comunidad educativa, entre otras, pida su dimisión.

En realidad, si uno mira la trayectoria de Wert, no cabía esperar que actuara de otro modo, puesto que él mismo es producto del sistema neoliberal que defiende y pretende perpetuar. A fin de cuentas, el ministro estudió en el Colegio de Nuestra Señora del Pilar de Madrid -más conocido como, simplemente, El Pilar-, del que ya salieron otros ultra conservadores como José María Aznar o Luis María Ansón, además de, como el tiempo se ha encargado de demostrar, pseudo progresistas como Alfredo Pérez Rubalcaba o Juan Luis Cebrián. En este colegio privado, propiedad de los Marianistas en el exclusivo barrio de Salamanca de Madrid, “toda la dinámica educativa debe realizarse en un clima coherente con la visión cristiana de la vida”, según expone el propio centro, preparando a los alumnos “como miembros de la Iglesia de Cristo”.

Así las cosas, ¿cómo cabe esperar que Wert mejore el sistema educativo para que éste enseñe a pensar en lugar de imponer lo que hay que pensar? Es imposible. Hace más de 2.000 años, Platón fundó la Academia para que a través de la razón se llegara al conocimiento. Unos 800 años después, el emperador Justiniano la cerraba porque la veía como una amenaza a la expansión del cristianismo. Del mismo modo, en la actualidad la razón es un obstáculo para la expansión del capitalismo, del modelo económico que produjo a Wert y que éste quiere eternizar.

El ministro no tiene argumentos para defender su postura y frente a joyas razonadas de intelectuales como Luis García Montero, que habla de “huelga educativa”, Wert tan sólo cuenta con bisutería ideológica. El modelo que Wert y el Gobierno de Rajoy quieren imponer es el de producción de capital humano, no de personas con pensamiento crítico; es el de generación de trabajadores subordinados a la estructura económica, oprimidos y víctimas de la desigualdad creciente.

El modelo de Wert, ese que le creó a él mismo y que le ha sorbido los sesos con las tesis neoliberales, lleva el sello de la competitividad o, lo que es lo mismo, del individualismo enfermizo, de ver al prójimo como un enemigo, un rival al que hay que batir como sea. Un modelo de meritocracia que se pretende imbuir en los niños, intoxicándoles de por vida y metiéndoles el virus de la corrupción, de las trampas para alcanzar sus ambiciones sea como sea, tal y como vemos día tras día en los mayores que padecen la enfermedad del capital.

Un modelo, en definitiva, que deshumaniza, que conduce a las personas hacia la supervivencia del más competitivo, a ser víctima del salvajismo globalizador. En suma, que lleva a seguir produciendo más Werts. Y eso espanta.