Este no es un blog de ninguna plataforma por la enseñanza pública ni de ningún colectivo movilizado en su defensa, sino una iniciativa personal para reunir información sobre la situación que la enseñanza pública tiene en España y en el mundo, y para reflexionar sobre su pasado, su presente y su futuro. Pienso que si le sirve a uno para acercarse, aunque solo sea mínimamente, a ambos objetivos, quizá otros puedan encontrar en este blog un espacio útil o al menos no completamente innecesario. Ha nacido al calor de las movilizaciones del curso 2011-2012, pero con voluntad de supervivencia. La misma que anima a la enseñanza pública.

martes, 6 de septiembre de 2011

FERNANDO DELGADO: "LA MALA EDUCACIÓN"

EL PAÍS, 6-9-2011

La afectuosa carta de la presidenta madrileña a los enseñantes parecía más una lección que una carta. Se dirigió a ellos con el mejor de sus tonos en el trato -posee varios registros- para dibujarles en plan didáctico el panorama de una crisis que ella conoce bien, de acuerdo con la dramática y ajustada descripción de la España actual que expuso conmovida: el enorme paro, las empresas que cierran y despiden, las familias en la desesperación... Pero los docentes madrileños tienen también su propio conocimiento de los efectos de esta crisis para cuya solución se les requiere ahora un mayor esfuerzo. Así que cuando la presidenta trató de hacerles entender que si trabajan más horas se dará trabajo a menos profesores para contribuir desde el sector educativo a la solución de la catástrofe, se sorprendieron de que haya olvidado que los educadores ya han dejado parte de su sueldo en el ahorro del erario público con los descuentos a los que en sus salarios los han sometido los Gobiernos de España y de Madrid. Pero si se trata además de mandar a su casa a 3.000 personas, después de haberlas mantenido en el tajo durante mucho tiempo en condiciones precarias, lamentaron que Aguirre no haya caído en la cuenta de que incrementará inevitablemente el paro que tanto le aterra. La reconocen, sin embargo, una pionera en este tipo de ahorro público que propone: desde hace años restringió los medios materiales de la escuela (sistemas audiovisuales y salas de ordenador, calefacción y aire acondicionado o Internet), con lo cual los presupuestos educativos se aligeraron con prontitud en aras de una dejadez que ahora evita suprimir lo que no existía ya en la escuela abandonada. En consecuencia, los receptores de la carta, que agradecen a la presidenta su sensibilidad ante los desfavorecidos tanto como su abrazo final, no pueden dejar de hacerle el favor de recordarle los 74 millones que cuestan a la Comunidad las ventajas fiscales para quienes estudian en centros privados.

Pero esta falta de coincidencia en la visión de la realidad entre la presidenta y sus empleados en las aulas hizo que ella abandonara más tarde el tono sereno de la carta para, puesta en jarras, intentar indisponer a los madrileños contra los profesores recordándoles que cualquiera trabaja más de 20 horas. Ella, que fue ministra de Educación, no desconoce que la actividad del docente no puede medirse por sus horas de clase, y que fuera del aula hay mucha tarea de atención a los alumnos y preparación del profesorado, pero su cabreo por la huelga prometida explica la insidia. Es lo mismo que hacer creer que los diputados, ya sea en la Asamblea regional o en el Congreso, no tienen otro trabajo que escuchar a sus líderes en los plenos desde sus cómodas poltronas y nada hacen fuera del hemiciclo, lo cual se resolvería con mucho menos de 20 horas. Pero no es cuestión de horas, ni se trata de escatimar esfuerzos, dicen los profesores, sino de evitar que se incrementen los abandonos en la enseñanza pública, desde las tutorías a las bibliotecas y otros servicios, con masificación añadida, derribo de otras conquistas de la pedagogía moderna y guirigay lógico en el reparto de las asignaturas ante las carencias. Un instituto medio perderá de 10 a 12 profesores de distintas materias en un curso en el que los alumnos matriculados son más.

Pero resultaría paradójico que Aguirre esté convencida de que una crisis se supera con una educación mejor, como ha dicho, cuando a la hora del ahorro se propone devaluarla sustancialmente, si no fuera porque la devaluación de la educación pública es un imperativo del modelo de sociedad que a ella le es grato y que se pretende imponer con la crisis. Se trata del mismo modelo que a un descuido nos han metido en la Constitución por la puerta trasera. Una Constitución de la que se decía que en ella cabíamos todos y de la que en un arrebato se ha desalojado a muchos; el peor de los trofeos con el que Zapatero puede pasar a la historia. Ahora, los mismos que han sacralizado ridículamente esa Constitución la han profanado con nocturnidad.

Es obvio que esto es mucho más que una crisis y que de este abuso solo se saldrá por la puerta del caos, con lo que no creo que a estas alturas estemos a tiempo de un combate educativo contra ella como el que propone la presidenta en su carta. De lo que sí estamos a tiempo es de reconocer la relación fundamental que tienen con la crisis y sus orígenes las carencias de los sucesivos planes de educación. De nada va a servir que gane quien gane las elecciones de noviembre, Rubalcaba o Rajoy, las vaya a ganar un exministro de Educación, porque gane quien gane en noviembre, y hasta que se imponga una nueva cordura, tendrá que organizar las rebajas que le ordenen los mercados.



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