Ni los más viejos de la localidad recuerdan una manifestación por la enseñanza pública como la de hoy en Madrid: miles de profesores, miles de padres y madres y miles de estudiantes han marchado codo a codo desde Neptuno hasta Sol, después de que la meta de Sevilla quedara ampliamente sobrepasada por los manifestantes. Nadie puede decir que no esperase una respuesta masiva después de tanto disparate y de tanta humillación, pero la magnitud de lo sucedido hoy ha sorprendido a todos. Probablemente también a Esperanza Aguirre y a su Consejera de Educación de la Comunidad de Madrid, Lucía Figar. Pueden discutir las cifras o ningunearlas en los comunicados oficiales y en los medios de comunicación afines, que son muchos y poderosos, pero sí son la mitad de inteligentes de lo que algunos suponemos y no han perdido totalmente el contacto con la realidad, harían bien en estudiar con detalle las fotografías aéreas y los vídeos que seguramente ya tienen en su poder. Lo de "marea verde" no es una mera metáfora, ni por marea ni por verde
¿Lo harán? ¿Sacarán las oportunas consecuencias de lo sucedido esta tarde en Madrid? ¿Suavizarán la postura de fuerza que han mantenido desde la infausta promulgación de las ya desgraciadamente famosas "Instrucciones de comienzo del curso 2011-2012? ¿Persistirán, por el contrario, en el error y en obcecación de quienes se saben los instrumentos de la Historia para cambiar el rumbo de la enseñanza pública? Nada en su historial político de fundamentalistas neoliberales ni en su perfil psicológico de mujeres acostumbradas a imponer a la vida su voluntad y su capricho, permite ser demasiado optimista, y menos en la víspera de lo que promete ser un baño de multitudes en la noche electoral del 20-N.
Y, sin embargo, ¿quién sabe? Torres más altas han caído y mareas humanas menos fuertes que la de hoy han derribado muros más poderosos. Uno es pesimista por naturaleza -o sea un optimista bien informado, o al menos con pretensiones de estarlo- pero ha estado esta tarde en la calle y ha visto y ha oído la rabia y la indignación de los manifestantes, pero también ha compartido su entusiasmo y su alegría, su resolución y su coraje, y ese es un cóctel que en la Puerta del Sol y en Alcalá 30 puede atragantárseles a la Presidenta de la Comunidad de Madrid y a su todavía flamante consejera de Educación. Harían bien en beberlo con cuidado.
LA MAREA VERDE EN:
EL PAÍS PÚBLICO EL MUNDO
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