Es fuerte, claro y contundente el Comunicado de los Directores. Por pedir pide hasta la destitución de la Consejera de Educación, la Sra. Lucía Figar, por su "altanería, maledicencia e insolvencia". Bienvenido sea este comunicado. Algunos dirán que llega demasiado tarde, o que debía ir acompañado por dimisiones masivas; otros aplaudimos que simplemente ha llegado. Nunca es tarde si la dicha es buena.
Comprendemos la incómoda situación de los directores. Por un lado son "primus inter pares", profesores a los que las circunstancias, el favor de los claustros o de la Administración educativa -en última instancia es esta quien tiene la última y definitiva palabra- ha colocado en un cargo de privilegio pero también de riesgo. Deben cumplir y hacer cumplir las decisiones de la Administración, pero forman parte de los Claustros de Profesores y ejercen todavía una función docente. Eso les coloca en una posición un poco esquizofrénica que pueden superar -y algunos lo logran "cum laude"- a base de talento, respeto y elegancia, dones que ni la naturaleza ni la docta Salamanca ha repartido por igual entre todos. Uno sigue pensando que un buen director no es quien más sabe, mucho menos quien más manda -algunos mandan demasiado, a destiempo y mal- sino quien sabe sacar de los profesores lo mejor de sí mismos, que es mucho, y no justamente todo lo contrario. Esta es la especialidad característica de los "jefes tóxicos". Haberlos haylos.
Las movilizaciones del comienzo del Curso 2011-2012 han puesto de relieve, como ocurre siempre en situaciones críticas o excepcionales, la muy distinta idiosincrasia de los directores de nuestros centros públicos. Algunos han tenido un enérgico y dinamizador papel reivindicativo, encabezando incluso las actuaciones en sus centros, participando en las asambleas, convocando a los padres de alumnos, etc. Otros han tenido un papel neutro, más o menos pasivo, como si la huelga no fuera con ellos, lo que les ha obligado a innumerables contorsiones, incluso físicas. Algunos hay que han atravesado este arduo periodo de movilizaciones sin aparentes sobresaltos, cocinando horarios en la soledad de sus despachos, como si lo que ocurría a su alrededor sucediera en un lejanísimo e inalcanzable planeta. Otros -afortunadamente creo que los menos- han intentado sabotear todo lo que se movía, llegando incluso a presionar de manera insidiosa a los profesores de sus centros. Los complementos económicos que perciben los directores -y que sin duda se merecen- más que aclarar las ideas de algunos, con frecuencia las enturbian.
Como siempre, la vida pone a cada uno en su lugar.
Sea como sea, bienvenido sea este comunicado de los Directores de Institutos de la Comunidad de Madrid. Reconozcamos que su papel en general ha sido bastante digno.
Las circunstancias que estamos viviendo, están suponiendo una enorme dificultad para gestionar los centros, una seria desmotivación y un gran malestar en los Claustros de profesores y una profunda preocupación por el futuro de la enseñanza pública en nuestros alumnos y sus familias. De ahí que resulte imprescindible aprovechar la ocasión para plantear la necesidad de un debate sereno y constructivo sobre la enseñanza que necesitamos y queremos.
No es necesario reiterar nuestra opinión sobre las Instrucciones, manifestada en la Asamblea de Directores celebrada el día 8 de julio, en las que mostramos nuestro profundo rechazo y pedimos su retirada, ni tampoco señalar los esfuerzos de los equipos directivos por minimizar su impacto negativo en los Institutos, pero sí manifestar que la gestión que de sus propias Instrucciones ha hecho la Consejería de Educación ha sido nefasta. En consecuencia, por responsabilidad, y dada la altanería, maledicencia e insolvencia de la Consejería, hemos de reiterarnos en nuestra petición formulada en el mes de julio, y que no es otra que la destitución inmediata de la Consejera de Educación.
Ya era hora de que se les viera el pelo.
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