Este no es un blog de ninguna plataforma por la enseñanza pública ni de ningún colectivo movilizado en su defensa, sino una iniciativa personal para reunir información sobre la situación que la enseñanza pública tiene en España y en el mundo, y para reflexionar sobre su pasado, su presente y su futuro. Pienso que si le sirve a uno para acercarse, aunque solo sea mínimamente, a ambos objetivos, quizá otros puedan encontrar en este blog un espacio útil o al menos no completamente innecesario. Ha nacido al calor de las movilizaciones del curso 2011-2012, pero con voluntad de supervivencia. La misma que anima a la enseñanza pública.

miércoles, 21 de septiembre de 2011

EDITORIAL DE EL PAÍS: DOCENTES EN ARMAS

Empecemos por dar las gracias a la actuación informativa de unos  periódicos que desde el comienzo de las movilizaciones en Madrid por la defensa de la enseñanza pública, amenazada por los recortes del gobierno Aguirre, han mantenido una política editorial digna, si por digna se entiende que no ha cedido ni a las presiones de la Consejería de Educación ni ha caído en manos de los cientos de escribidores que diariamente atizan en España la hoguera que pretende acabar con cualquier vestigio de estado del bienestar y que han encontrado en la crisis la madera que necesitaban para alimentar las llamas. 

Que cada uno ponga las cabeceras periodísticas y las cadenas de radio y de televisión en el lugar que deban ocupar: algunas no deberían estar más que en el infierno de la demagogos y los tramposos, si es que un moderno Dante les reserva allí el abismo que merecen. Yo quiero honrar hoy aquí, más allá de desacuerdos concretos y de incomprensiones quizá inevitables  -el último párrafo del editorial que presentamos a continuación es un ejemplo de estas últimas- el papel de EL PAÍS y de  PÚBLICO.  Muchos profesores, padres y estudiantes que estos días luchamos por una mejor enseñanza pública, hemos encontrado en sus páginas el respeto y la consideración que merecemos.


DOCENTES EN ARMAS

EDITORIAL DE "EL PAÍS", 21-9-2011

Las protestas por los recortes presupuestarios en la educación pública, que han suscitado un amplio seguimiento, están marcando el inicio del curso escolar. Los primeros tijeretazos que se aplican en 30 años alarman a los docentes y padres de alumnos. Es evidente que el aumento de horas lectivas y la consiguiente reducción del número de profesores interinos en 10 comunidades autónomas puede afectar a la calidad de la enseñanza. Afirmar lo contrario solo sería posible si las consejerías de Educación que han aplicado los recortes hubieran presentado un proyecto paralelo para aumentar la eficiencia del sistema. Que no lo hayan hecho, que no hayan sopesado recortes en partidas menos cruciales y solo apelen a la necesidad de reducir gastos, es un indicador demasiado explícito sobre la importancia que esas comunidades -en manos del PP en su mayoría- otorgan a la educación pública.

Lejos de ello, los políticos se han lanzado a un cruce de sonrojantes declaraciones que han caldeado el ambiente. Entre ellas destacan de nuevo las de la presidenta de la Comunidad de Madrid y exministra de Educación, Esperanza Aguirre, que explicó primero que los profesores solo trabajaban 20 horas a la semana, confundiendo las horas lectivas con las laborales, y ahora plantea analizar el fin de la gratuidad de la educación no obligatoria, entre la que se encuentra la formación profesional y el bachillerato. A estas declaraciones, siempre respaldadas por su partido, se ha sumado la portavoz parlamentaria, Soraya Sáenz de Santamaría, culpando de todos los males a la ley socialista, la LOGSE. De modo que es esperable que el PP, en la misma línea argumental que le permite afirmar que un cambio de Gobierno resolverá la crisis económica, confíe en una derogación normativa para mejorar la educación.

Claro que había sobradas razones para la inquietud sobre la calidad de la enseñanza pública. Pero los recortes llegan cuando se percibían los primeros síntomas de mejora en un sistema que sufre déficits endémicos. Ello no justifica, sin embargo, sobreactuación alguna de los sindicatos, que deberían medir la proporcionalidad de sus protestas y evitar interferir en la campaña electoral. Tal actitud solo da alas a políticos como Aguirre, daña su propio crédito y hace un flaco favor al ya maltrecho sistema educativo.

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